Helen Levitt y la vida en las calles de NY

"La gente se reunía en la calle. Si te quedabas el tiempo suficiente, se olvidaban de que estabas allí. Y es entonces cuando ves lo que hay."

Con tan solo dieciocho años, Helen Levitt (Nueva York, 1913-2009) decidió dejar el instituto para trabajar en un estudio de fotografía comercial en el Bronx. Desde entonces, lo tuvo claro y nunca se separó de su cámara.

En 1935, conoció personalmente a Cartier-Bresson y lo acompañó durante el año que éste estuvo en Nueva York. Conocerle fue para ella una gran revelación y, siguiendo sus pasos, decidió abandonar la fotografía social para volcarse en un tipo de fotografía más personal y artística.

Consiguió una Leica de 35mm (la misma que el fotógrafo francés solía utilizar) y se lanzó a las calles sin tener ningún proyecto en mente, con la única intención de fotografiar todo lo que veía. En esa época, también conoció a Walker Evans, que se convirtió en su amigo y mentor y al que incluso ayudó en la impresión del volumen American Photographs.

"Nunca tuve un proyecto. Salía a la calle y hacía fotos, seguía a mis ojos, lo que ellos veían, y trataba de capturarlo con mi cámara para que los demás lo vieran".

El objetivo de Helen Levitt consistía en retratar el espíritu de la vida callejera y sus sitios favoritos para ello eran el Spanish Harlem y el Lower East Side. Lugares en los que durante los años '30 consiguió capturar un sinfín de geniales instantáneas callejeras. 

A finales de los años '50, tras trabajar una temporada como editora de cine, Levitt retomó la fotografía y empezó a hacer fotos en color (muchas de ellas extraviadas tras el robo que sufrió en su apartamento). Sin embargo, como ella misma afirma, se encontró con que algo en las calles había cambiado, el ambiente ya no era el mismo: Las calles están vacías. La gente está dentro de su casa frente al televisor o haciendo otras cosas.


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