"El universo periférico me atrapa globalmente en todas sus formas, pero es en Francia donde se refleja de forma más acentuada y despiadada el mundo distópico en el que podemos acabar viviendo."
Hola Arnau, ¡bienvenido a Harpo! Cuéntanos un poco sobre ti: ¿quién eres y a qué te dedicas?
Hola, soy Arnau Bach, he nacido y vivo en Barcelona, aunque intento pasar el máximo de tiempo posible en París, la ciudad que más me inspira y en la que realizo prácticamente todos mis trabajos fotográficos.
Empecé mi carrera profesional trabajando en un periódico en Barcelona y, al poco tiempo, viajé a París para realizar mi primer ensayo fotográfico con el que me alcé con varios premios. Últimamente, e influenciado por una fotografía más conceptual pero también por la fotografía comercial, he movido mi mirada fotográfica y utilizo un lenguaje que me permite huir de convencionalismos y disfrutar de escenas que a priori pueden parecer insignificantes como es en el caso de la serie fotográfica Ban-Lieue (2017-2020).
Actualmente, compagino mis proyectos fotográficos con trabajos editoriales y fotografía publicitaria.
Empezaste tu carrera como fotoperiodista, hasta que decidiste centrarte en producir tu obra personal como fotógrafo independiente. ¿A qué se debió este cambio? ¿Qué recuerdos tienes de esa época?
Siendo adolescente, sentía mucha admiración por el fotoperiodismo. De ahí me puse como objetivo entrar a trabajar en un periódico. Costó mucho, pero después de picar mucha piedra y de la mano de uno de los mejores foto-editores que ha tenido El Periódico de Catalunya, Pepe Encinas, empecé a colaborar para ellos.
Al cabo de un tiempo, entré a trabajar para El Público, un periódico joven que apostaba por una fotografía menos convencional.
Mientras trabajaba para estos medios, inicié mis viajes a París, en concreto a los suburbios, para hacer un trabajo sobre la vida de los jóvenes de ahí que de forma directa o indirecta vivieron las revueltas de 2005 tras la muerte de Zyed Benna y Bouna Traore.
De esa experiencia, nació mi primer trabajo fotográfico, Suburbia (2006-2012), con el que gané varios premios, entre ellos el Pierre & Alexandra Boulat, que me permitió vivir en Marsella durante un año y producir mi segundo trabajo llamado Capital (2013-2015).

En Marsella me di cuenta que era importante construir una narrativa fotográfica que huyera de la literalidad fotoperiodística para intentar que la gente se conmoviera o reflexionara en el mismo modo que yo lo estaba haciendo mientras tomaba las fotos. En definitiva, me di cuenta de que las narrativas clásicas que habitan en el fotoperiodismo quedan a merced de poder ser tergiversadas y muchas veces perpetúan el orden de las cosas, en lugar de invitar a reflexionar o despertar una conciencia más elaborada en la que no hay lugar para una verdad inequívoca.
Hoy en día, me interesan mucho más los trabajos fotográficos dónde es más evidente la mirada sesgada de su autor/a, por ejemplo Gregory Halpern en ZZYZX o Taiyo Onorato & Nico Krebs en The Great Unreal, por nombrar solo algunos. Aunque también me fascinan los trabajos que utilizan un lenguaje más conceptual o artístico para, a mi entender, aportar conocimiento con objetividad y rigor al público, como, por ejemplo, los trabajos de Laia Abril en On Abortion: And the Repercussions of Lack of Access o los de Taryn Simon en An American Index of the Hidden and Unfamiliar.
"En Marsella, me di cuenta de que las narrativas clásicas que habitan en el fotoperiodismo quedan a merced de poder ser tergiversadas y muchas veces perpetúan el orden de las cosas, en lugar de invitar a reflexionar o despertar una conciencia más elaborada en la que no hay lugar para una verdad inequívoca."
La mayoría de tus proyectos giran alrededor de las periferias de ciudades francesas como París o Marsella. ¿Nos puedes explicar como llegaste ahí y qué es lo que te interesa mostrar de estas zonas?
El universo periférico me atrapa globalmente en todas sus formas, pero es en Francia donde se refleja de forma más acentuada y despiadada el mundo distópico en el que podemos acabar viviendo.
Las periferias en sí, me fascinan porque son transformaciones urbanísticas de la ciudad que han sido construidas para cobijar algún tipo de fenómeno de transformación social que se ha producido en la historia de un lugar. En Francia, vemos que muchas periferias se han construido para albergar los flujos migratorios provenientes de la época colonial, como ocurre en los suburbios de París: en cambio, en ciudades más pequeñas o medianas, existen otras periferias creadas para albergar una clase media adinerada que huye de la pauperización de los centros históricos de las ciudades y que, consecuentemente, contribuye a desertificar los centros históricos.
Los suburbios de París fueron construidos a mediados del siglo pasado siguiendo una planificación urbanística moderna basada en la racionalidad para recibir toda la población llegada del proceso de descolonización francés, pero que sin una planificación social ha significado un auténtico fracaso y ha contribuido a la guetización de los barrios. Para acabar con éste conflicto, el estado francés ha llevado a cabo una política despiadada que consiste en demoler los edificios (lo cuenta magistralmente el fotógrafo Mathieu Pernot en su serie Implosions). Al hacerlo, no solamente dinamitaban los edificios, sino que también destruían la historia reciente, recuerdos y memorias, de las generaciones que habitaban en ellos.
Unas consecuencias que agravan el ya eterno conflicto de integración e identidad que siguen sufriendo hoy las generaciones más jóvenes. La situación de los suburbios de las ciudades más importantes de Francia, como los de París, se ha convertido en una problemática endémica de este país y es muy difícil encontrar la envergadura de este conflicto social en otros países europeos (a excepción de UK).


Es lo que intento mostrar en mi última serie fotográfica Ban-Lieue (2017-2020), donde reinterpreto la palabra ‘Banlieue’ (suburbio en francés) separándola en dos vocablos. Por un lado ‘Ban’, que designa desterrar, prohibir o autoridad y ‘Lieue’, que es un antiguo sistema de medición en el que una ‘Lieue’ es la distancia que puede recorrer un hombre en una hora. La palabra ‘Banlieue’ se empieza a utilizar para señalar esas casas que se encuentran fuera de la muralla de la ciudad en la época medieval y por lo tanto fuera de su protección o de la del señor, aunque, paradójicamente, circunscritas a la ley y autoridad del mismo.
En Ban-Lieue tomo como punto de partida la ‘muralla’ moderna de París, que es la carretera de circunvalación llamada ‘Phériphérique’ que rodea la ciudad, y camino varias ‘lieues’ por la periferia hasta fotografiar aquello que me interesa.
En cambio, en Agglo (2016), descubrimos un microcosmos periférico aparentemente inocuo, donde todo roza una perfección utópica malentendida: casas ajardinadas, calles limpias sin malos olores. Al explorar los suburbios de esa ciudad, me encontraba que el noventa por ciento de las casas eran idénticas. En los barrios no había bares, no había parques infantiles ni plazas en las que sentarse y cuando hablaba con los vecinos casi ni se conocían entre ellos. Unos barrios que siempre orbitaban alrededor de los centros comerciales erigidos a las afueras de la ciudad y que se convierten en una especie de Ágora moderna.
Este trabajo lo realicé durante una residencia artística en la ciudad de Saint Brieuc, una ciudad media en la bretaña francesa, al norte de Francia. Para ello utilicé una cámara de gran formato que me obligaba a pensar muchísimo la foto y qué quería contar. Sin duda, este proceso fotográfico me ayudó mucho a la hora de fotografiar un mundo que aparentemente no tiene ningún atractivo y que me recordaba la vulgaridad y el ‘way of life’ de las sociedades occidentales en la que vivimos muchos.

En Capital (2013-2105), fotografié durante mucho tiempo los Quartier Nord de Marsella, pero con este trabajo quería captar la identidad de una ciudad que sufre un grave declive económico (desde el inicio del proceso de descolonización francés), pero que posee un capital humano y cultural que combate a los intereses políticos que quieren transformar la ciudad. Marsella, con permiso de Nápoles, es una de las últimas capitales mediterráneas que resisten activamente a convertirse en una ciudad 'postalera', como por ejemplo la Barcelona de hoy.
"Es vital un periodismo cocinado a fuego lento, que trabaje al margen de los flujos de la actualidad para que nos ayude a entender conflictos complejos que no se pueden resumir en media página."
Tu mirada hacia estos barrios es muy diferente a la que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación. ¿Hasta qué punto crees que es importante que nos cuestionemos lo que vemos?
Los medios de comunicación tradicionales solo hablan de esos barrios cuando el río suena. Por ejemplo, cuando hubo los atentados terroristas en París, se puso el foco en los barrios de la periferia y eso genera conexiones equivocadas y construyen un relato basado en intereses políticos.
Esto es peligrosísimo porque mucha gente sigue creyendo en la veracidad de estos medios. Es un ejercicio de responsabilidad que nos cuestionemos todo lo que leemos en los medios tradicionales, ya que estos dependen de intereses corporativos y políticos para poder sobrevivir. Por suerte, hoy en día disponemos de muchas alternativas a la hora de informarnos. Es vital un periodismo cocinado a fuego lento, que trabaje al margen de los flujos de la actualidad para que nos ayude a entender conflictos complejos que no se pueden resumir en media página.
¿Qué le aconsejarías a alguien que quisiera empezar a fotografiar barrios o zonas como los que suelen aparecer en tus proyectos?
No hay ninguna llave maestra que abra ninguna puerta. Considero que tuve mucha suerte al conocer cierta gente y que luego nos hiciéramos amigos. Pero también creo que nada de esto hubiera sucedido si yo no hubiera conseguido nada si yo no hubiera llegado lleno de amor, ingenuidad y fascinación por ese mundo.
Así que mi consejo naif es que cada uno/a elija trabajar sobre algo que le entusiasme y que no se deje llevar por los temas que están de actualidad, porque sino el eje del trabajo oscilará según las tendencias del momento y las demandas de los medios.
"No hay ninguna llave maestra que abra ninguna puerta. Considero que tuve mucha suerte (...). Pero también creo que nada de esto hubiera sucedido si yo no hubiera llegado lleno de amor, ingenuidad y fascinación por ese mundo."


En tu último libro “LINDE” junto con Myriam Meloni, recorréis la memoria, el paisaje y el presente de 4 barrios periféricos de la ciudad de Barcelona. ¿Nos podrías explicar como nace la idea y cómo llegáis a fotografiar de una manera tan íntima la vida cotidiana de sus habitantes?
Linde (2017-2019) nace de las ganas que teníamos, tanto Myriam como yo, de trabajar en la ciudad en la que vivimos y amamos. Nos parecía que nos debíamos el trabajar sobre Barcelona, después de haber trabajado siempre lejos de casa.
Propusimos este proyecto a los Servicios Editoriales de l’Ajuntament de Barcelona y nos ofrecieron trabajar libremente a lo largo de casi dos años sobre los barrios de Ciutat Meridiana, Vallbona, Torre Baró y Canyelles. Un intervalo de tiempo bastante dilatado que nos permitió conocer a muchos vecinos y vecinas y entablar una relación de proximidad. Esa proximidad nos permitió huir de la representación de ciudad postal a la que estamos acostumbrados y, para hacerlo, huimos del centro del poder de la ciudad para mirar sus lindes.
Lo cuentan muy bien Montse Santolino y David Fernández en el maravilloso prólogo que escribieron y que hacen un alegato a cómo vivimos y entendemos la ciudad poniendo el énfasis en la periferia. También estamos muy contentos de que recientemente el Pla Nacional de Fotografía de Catalunya haya adquirido varias piezas que entrarán a formar parte de la colección del Arxiu Fotogràfic de Barcelona, como también los negativos, que serán preservados por el propio archivo.
Trabajas tanto en analógico como en digital, ¿en función de que eliges un formato u otro?
Para mi trabajo personal utilizo generalmente formato medio analógico, porque me permite trabajar de forma más pausada y, además, me gusta mucho el resultado y reconectar con la idea romántica de no poder ver las fotos hasta que las revelo.
Para el trabajo comercial o editorial, utilizo digital y depende de qué trabajo compagino con analógico.
Si solo pudieras elegir una cámara y un carrete, ¿cuáles elegirías?
Generalmente, utilizo una Pentax 67 y película Kodak Portra 160 o 400. Pero hay infinidad de cámaras que me gustaría utilizar.
Si tuvieras que recomendarnos un fotolibro, ¿cuál sería?
Tengo un montón de fotolibros y todos ellos me encantan, pero sin duda, el libro que me marcó más en mis inicios en la fotografía fue Winterreise de Luc Delahaye. Una obra maestra editada a principios del 2000.
